Augusto Roa Bastos (1917 – 2005)
Augusto Roa Bastos fue un escritor paraguayo, sin duda uno de los más importantes del siglo XX. Además, es considerado uno de los más grandes narradores latinoamericanos de todos los tiempos. Nació el 13 de junio de 1917 en Asunción, pero creció en el pueblo de Iturbe, en la región del Guairá, lugar que usó como escenario para muchas de sus obras. Un tiempo después de cumplir 8 años, volvió a Asunción donde vivió con un tío suyo, un obispo llamado Hermenegildo Roa.
Fue testigo de la revolución de 1928 cuando se fundó el Partido Comunista Paraguayo, también trabajó como voluntario en el servicio de enfermería durante la etapa final de la Guerra del Chaco (1932-1935) contra Bolivia y, sin afiliarse a algún partido, fue poniéndose de lado de las clases oprimidas de nuestro país. En 1936, trabajó como periodista para el diario “El País”, del que fue luego director. En la década del 40, comenzó lo que sería la renovación poética paraguaya junto con Josefina Plá, Elvio Romero, Herib Campos Cervera y otros pocos. En 1946, viajó por primera vez a Europa invitado por el Consejo Británico y trabajó en la BBC de Londres, donde fue el primer locutor paraguayo. En 1947, volvió a Paraguay pero, debido a las persecuciones provocadas por la dictadura del General Alfredo Stroessner, se vio obligado a huir a Buenos Aires. Fue un prolongado exilio. En Argentina, sobrevivió como pudo, con distintos empleos, pero sin abandonar jamás la actividad literaria.
Durante ese interminable período, trabajó entre otras cosas como guionista cinematográfico, profesión que más tarde calificaría como “de supervivencia” pero que, sin embargo, influyó notablemente en su estilo literario tras haber escrito argumentos de alrededor de una docena de películas.
En 1976 tras el golpe de Estado en Argentina, se trasladó a Francia invitado por la Universidad de Toulouse Le Mirail. Fue nombrado también profesor de Literatura Hispanoamericana, y creó el curso de Lengua y Cultura Guaraní y el Taller de Creación y Práctica Literaria en Francia. En 1982, tras un breve viaje a nuestro país, fue privado de la ciudadanía paraguaya y se le concedió la española en 1983. Es también miembro de honor de varias universidades hispanoamericanas, europeas y norteamericanas. En mayo de 1989, Roa Bastos regresó al país a pedido del General Andrés Rodríguez, nuevo mandatario del país que había derrocado al General Stroessner mediante un golpe de Estado. Al llegar a nuestro país, fue muy bien recibido con homenajes y condecoraciones. Ese mismo año viajó a España donde recibió también el “Premio Cervantes de Literatura” de manos de Juan Carlos I, Rey de España.
Al regresar a nuestro país se mantuvo recluido en su departamento en Asunción. Su salud sin embargo ya se había deteriorado notablemente tras una cirugía coronaria realizada en 1999 y otras molestias durante un viaje a La Habana. El 26 de abril de 2005, a los 87 años de edad, falleció estando hospitalizado en Asunción a causa de un problema cardiovascular. El Gobierno Nacional decretó tres días de duelo en su homenaje.
Elegimos a Augusto Roa Bastos porque creemos que fue el escritor más importante y reconocido de nuestro país, no sólo a nivel nacional, sino también internacionalmente. Sus obras fueron también la realidad social del Paraguay en sus obras utilizando muchas veces la literatura como un medio de protesta o crítica hacia las autoridades no sólo de nuestro país, sino de toda Latinoamérica. Esta actitud denota un compromiso sincero y desinteresado con nuestra sociedad. Además, logró que la literatura paraguaya sea conocida y valorada alrededor del mundo, elevando los estándares de la misma.
11.1 Obras
Su obra de teatro La carcajada, del año 1930 marcó el inicio de su carrera literaria y en 1932 escribió otras como La residenta y El niño del rocío. Más tarde, en 1936 estrenó Mientras llegue el día; en 1937 redactó la novela Fulgencio Miranda, que no llegó a publicarse.
En 1953, publicó la compilación de cuentos El trueno entre las hojas, constituyéndose en una de las más importantes obras latinoamericanas. Otra obra importante fue el poemario El naranjal ardiente, que apareció en 1960. De ese mismo año es la famosa novela Hijo de hombre. Luego publicó varios cuentos, entre ellos El baldío (1966), Los pies sobre el agua (1967) y Moriencia (1969). Más tarde en 1974 publicó Yo el Supremo, una de las más célebres novelas de la historia paraguaya basada en un análisis de la dictadura de José Gaspar Rodríguez de Francia.
En 1993 publicó El fiscal; en 1994, Contravida, y Madame Sui en 1996, todas novelas. Con sus obras, Roa Bastos ha actuado en la recreación de momentos y personajes de la historia de nuestro país, enriquecida muchas veces con aportes autobiográficos y episodios vividos durante su niñez. Rescató así varias anécdotas de aquellas épocas de contienda cuando humildemente puso sus servicios a disposición de nuestro país.
Hijo de Hombre
Hijo de hombre es una novela que ilustra la realidad social del Paraguay de la primera mitad del siglo XX. El escritor expresa dicha realidad social a través de sus experiencias, sus propias vivencias remontándose a su niñez en el interior de nuestro país y desde su reflexión tras el exilio.
En la primera parte de la novela, Roa Bastos hace hincapié en la inestabilidad política que se vivía durante la época. Dando lugar a varios episodios de persecuciones y revoluciones que casi siempre terminaban en muertes o trágicos derramamientos de sangre. Se puede apreciar también la injusticia social reflejada en la vida de los mensúes en los yerbales de Alto Paraná.
La segunda parte de la novela transcurre durante la Guerra del Chaco, episodio que marcaría profundamente a la sociedad paraguaya de mediados y fines del siglo pasado. Roa Bastos logra transmitir el impacto que causó la guerra en las vidas de aquellas personas que sufrieron las consecuencias.
Yo el Supremo
Esta novela es una de las más importantes de Latinoamérica. Nos relata veintiséis años de historia del Paraguay bajo la dictadura de José Gaspar Rodríguez de Francia. En esta obra, Roa Bastos logra integrar historia y ficción de una manera casi perfecta. A medida que la historia va avanzando el autor va desnudando a su personaje de manera cínica retratando fielmente las características de todo dictador. Yo el Supremo constituye uno de los más escalofriantes relatos sobre uno de los peores males que sufrió nuestro país: la dictadura.