Paolo Federico Alberzoni (1889 – 1973)
Don Paolo Federico Alberzoni Figaroli fue un inmigrante italiano que aportó esfuerzo y dedicación para engrandecer la producción nacional y desarrollar una amplia región del país. Sumándose así a la actividad productiva nacional, colaborando con el bienestar de los pilarenses y con la industria nacional fundó en Pilar la más grande e importante industria textil que nuestro país haya conocido jamás, Manufactura de Pilar S.A.
Alberzoni nació en 1889 en la provincia norteña de Brescia, Italia, en el seno de una familia con condición de noble. Vivía con su familia en un antiquísimo castillo de más de 500 años en la ciudad de Gorzone ubicada en el norte de Italia. De la noche a la mañana su familia comenzó a desmoronarse debido a las aventuras de su padre que luego de despilfarrar toda la fortuna familiar murió, a menos de dos meses del nacimiento de Federico y su hermana melliza, Paola. Esta situación hizo que su madre y los hermanos Alberzoni Figaroli salieran a ganarse el pan ya desde muy chiquitos. Durante su adolescencia, Paolo se vio forzado a ganarse la vida trabajando fuera de Gorzone. Trabajaba en fábricas textiles en jornadas de 13 o 15 horas diarias para ayudar a la economía familiar, mientras sus hermanos recogían capullos de gusanos de seda en los alrededores. Esta experiencia moldeó a Don Alberzoni haciendo que éste aprendiera a valorar la importancia del esfuerzo y la dedicación en el trabajo. Aprendió a hablar otros idiomas como francés, inglés, y alemán. Además se alistó en un instituto de enseñanza profesional en el área textil, donde se recibió como técnico en ese rubro. Algún tiempo después comenzó a enseñar en prestigiosas instituciones de formación profesional, con apenas 23 años fue nombrado Director del Instituto de Enseñanza Profesional de Bérgamo, Italia.
En 1914 estalló la primera guerra mundial, Alberzoni abandonó las aulas y decidió alistarse en el ejército italiano como un simple soldado. Actuó en varias unidades hasta que en febrero de 1918 fue licenciado, con méritos y condecoraciones, como la Cruz al Mérito de Guerra. Una vez acabada la contienda el panorama era desalentador pero Paolo sabía que debía continuar.
Poco tiempo después de terminada la guerra, Alberzoni participó de una conferencia mundial sobre algodón como secretario de la delegación italiana. Paolo luego se hizo representante de marcas extranjeras, principalmente norteamericanas, y luego dejó dicha actividad para ocupar cargos ejecutivos importantes en grandes empresas textiles.
A finales de la década de los años 20 del siglo pasado, era accionista y presidente de una de las más importantes empresas textiles de Italia. Y fue designado director de la Asociación Italiana de Algodón.
Con el régimen de Mussolini, Alberzoni decidió buscar nuevos horizontes. Así fue como con los recursos generados mediante esfuerzo y dedicación se trasladó a América. Visitó varios países, entre ellos el nuestro, en 1929. Recorrió varias ciudades como Asunción, Villeta, Villa Rica, Encarnación y poco después llegó a Pilar, ciudad por la que optó dada su condición de villa portuaria. Ahí conoció a muchos italianos con quienes habló de su proyecto de instalar una empresa textil en el lugar, además muchos de ellos tenían pequeñas desmotadoras que procesaban algodón de buenísima calidad. Rápidamente contactó con las autoridades municipales que le ofrecieron un amplio terreno para instalar su fábrica. Así se inició como empresario en el Paraguay.
Luego de un breve viaje a Italia, fundó la Usina y Manufactura de Pilar de Paolo Federico Alberzoni inaugurada el 12 de octubre de 1931 a las siete de la tarde. En un principio la empresa se dedicó también a la producción de energía eléctrica. Así convirtió a Pilar en una de las pocas ciudades que contaban con este servicio. Durante varios años, la fábrica proveyó de energía a toda la ciudad hasta que en 1987, Pilar fue incorporada al servicio eléctrico nacional (ANDE).
La fábrica textil fue montada más tarde con 40 telares de segunda mano de las marcas Gorizzia y Draper, italiana y norteamericana respectivamente. Ya en 1933 en plena Guerra del Chaco (1932–1935) la fábrica contaba con 80 obreros y 54 telares. Casi la totalidad de sus empleados eran mujeres, aunque los principales “hombreadores” de más de dos toneladas de algodón eran Don Paolo y dos muchachitos que lo ayudaban; Hércules Aliana y Tomás Azzarini. Con el correr de los años la empresa fue creciendo desmesuradamente. Para no perder el control, Alberzoni impuso una rígida disciplina con sus empleados, tan sólo una ausencia era motivo suficiente para el despido.
Luego de 45 años de presencia en el país, se había ganado el cariño de nuestra gente. La población de Pilar se refería a él con respeto y admiración, pueblo al que ayudó a desarrollarse social y económicamente. El peso de los años de arduo trabajo empezó a hacerse sentir en sus cansados hombros, el 3 de abril de 1973 viajó a Europa para tratarse en un reconocido sanatorio de la época. Volvió a Italia y el 7 de mayo fue internado por su sobrino Bautista en la Casa di Cura le Betulle, un lujoso asilo de ancianos milanés. Seis meses después, el domingo 21 de octubre, a los 84 años de edad, fallecía lejos de su querida Pilar. Cuando la noticia llegó a oídos de la población pilarense, la ciudad entera se vio sumida en un profundo dolor y en respetuoso homenaje guardaron solemne silencio. Sus restos llegaron al país en un vuelo regular de Varig a las dos menos cuarto de la tarde del 1 de noviembre, donde fueron recibidos por altas autoridades nacionales que le rindieron honores oficiales. A las tres de la tarde, llegó a Pilar, donde el pueblo pilarense recibió el féretro hombreándolo más tarde hasta la fábrica donde fueron velados sus restos. Más tarde, nuevamente en hombros, fue trasladado hasta su última morada, en presencia de altas autoridades nacionales, políticas, empresariales, industriales y un multitudinario pueblo, siendo depositado en una cripta de la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar.
Fue así como mediante el esfuerzo y la dedicación Paolo Federico Alberzoni construyó un imperio productivo, con tan sólo 80 obreros iniciales que a su muerte sumaban cerca de 2.300 y 200.000 dólares de capital inicial a 15.000.000 dólares en 1973. Después de la muerte del empresario, su sobrino, Paolo Battista quedó a cargo de la fábrica. Actualmente Manufacturas de Pilar S.A. es un complejo poderoso que emplea más de dos mil trabajadores y absorbe toda la producción algodonera del sur del país. Hoy la empresa sigue funcionando e inyectando recursos a la economía sureña, brindándole oportunidades de trabajo a casi toda la población pilarense, y no sólo eso, sino que también brinda a sus trabajadores facilidades en cuanto a educación y salud.
Creemos que el aporte realizado por Don Alberzoni fue verdaderamente importante ya que prácticamente construyó una ciudad de la nada, convirtiéndola en la potencia nacional que es hoy. Resaltamos también su solidaridad ya que se ocupó de brindar electricidad a una ciudad entera durante muchos años sin esperar nada a cambio. Es importante rescatar también la condición en la que trabajan los empleados de Manufactura de Pilar, ellos cuentan con el apoyo de sus patrones, reciben apoyo de todo tipo, cuentan con facilidades económicas puesto que tienen un sistema parecido al de una cooperativa dentro de la empresa que les permite acceder a préstamos entre otras cosas. Trabajan de manera digna y favorable, objeto digno de valorar ya que no es el caso de muchas personas en nuestro país que deben trabajar bajo condiciones infrahumanas para sustentar a sus familias y todo esto es en parte gracias a Alberzoni, ya que la fábrica se ganó el renombre y el respeto que tiene hoy como respuesta a su trabajo incansable.
En un viaje al sur de nuestro país realizado el pasado mes de mayo, visitamos el museo de Alberzoni montado en su propia casa situada en la ciudad de Pilar. Ahí pudimos observar muchas de las pertenencias del renombrado emprendedor. Entre ellas destacamos muebles, álbumes de fotos, algunas prendas de vestir, libros y hasta inclusive los primeros telares de la fábrica. Fue ahí cuando nos dimos cuenta de lo importante que había sido Alberzoni para la economía de nuestro país en aquella época, y que tal vez hoy en día, la ciudad de Pilar no sería la misma si el empresario italiano no hubiese dedicado parte de su vida a levantar la economía pilarense de esa manera. Decidimos basar esta parte de nuestro proyecto en la vida de Paolo Federico Alberzoni en homenaje a su aporte a nuestro país ya que siendo extranjero decidió montar una empresa en el Paraguay brindando beneficios de todo tipo a nuestro pueblo, desde energía eléctrica hasta oportunidades laborales.
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Querido tío Paolo, muchas gracias por todo tu trabajo y por tu cariño.
Te llevo en mi corazón y rezo por ti.
Andrea Alberzoni